¡Ahorita! ¿Por qué dejamos Todo para Después?

0
1112

 

¡No me digan que no lo hemos hecho!

Esa sensación de postergar algo que sabemos que debemos hacer pero no empezamos o interrumpimos seguramente nos ha asaltado más de una vez y desde que somos niños hasta nuestra vida adulta, ¿o no?

Y nos damos de latigazos por ser tan flojos, pero hay algo siempre de fondo que nos lleva a esta posición.

¿Será realmente flojera lo que nos lleva a ser procastinadores?

Procastinar significa postergar para después, y tiene una raíz que viene del griego antiguo akrasia y que significa ir contra nuestro mejor razonamiento

O sea que sería obrar en contra nuestra de una forma un tanto paradójica porque por una parte nos hace sentir mal pero por otra la provocamos o la perpetuamos. Una especie de placer culposo diría yo.

Sabemos que no es una buena idea y sin embargo seguimos dejando todo para después, hasta que se nos vuelve imperioso tomar la tarea y el tiempo se nos pone en contra, jugándonos malas pasadas con la determinación, la concentración, la creatividad y los resultados ante la premura y el apresuramiento que pudo no haber sucedido de así haberlo decidido nosotros mismos.

¿Es entonces una especie de auto ataque? ¿un grito inconsciente ante la autoridad? ¿una especie de rebeldía? ¿tristeza, depresión, ansiedad?

No puedo decirlo de manera general, cada individuo tendrá su causa y sus razones, pero si me atrevo a sospechar que se trata de una mezcla multifactorial de lo anterior y probablemente algunos elementos que emití pero que se anclan en un conflicto interno no elaborado. Algo inconsciente que no se ha hecho consciente o se teme hacerlo.

A pesar de saber que dejarlo para después es una mala idea por las consecuencias que nos traerá, aun así lo hacemos y repetidamente, entonces ¿qué se esconde tras esta conducta?

Seguramente esa tarea específica que estamos observando, de manera inconsciente nos conecta con alguna situación conflictiva, traumática que deseamos evadir.

Es decir desplazamos en eso que estamos postergando las emociones y sensaciones que originalmente van ancladas a un conflicto que lastima y no queremos encarar.

Puede haber por ahí un recuerdo doloroso de a infancia, una ansiedad de separación, un evento humillante que es mejor no encarar. Pero como siempre he dicho, el hecho de que no se hable y no se enfrente no significa que no se haya producido psíquicamente y que no ocupe un espacio en nosotros.

Está ahí latente, buscando maneras de disfrazarse para manifestarse porque va atada a una pulsión que como si fuera una energía atrapada busca maneras de manifestarse y tramitarse. Pero para defendernos de ellas está la evasión puesta en la procastinación.

Aquí un análisis podría ayudarnos a encontrar y enfrentar las causas que esconden este circulo vicioso que a sabiendas que traerá consecuencias negativas, nos empeñamos en repetir y de paso solucionamos al volver consciente lo inconsciente aquello que tanto nos está, no solamente impidiendo avanzar, sino provocándonos posteriores consecuencias dolorosas, culpa, y más evasión.

Procastinar no es un defecto, es una forma no muy eficiente de manejar emociones que derivan en hacernos sentir mal como la ansiedad, la depresión, la frustración o el enojo, por ejemplo.

Entonces, no se trata solamente de organizar nuestro tiempo, hay que agregarle el eficente o ineficiente manejo de las emociones, sus raíces y consecuencias en nuestras vidas.

¡Nada sencillo de hacer por sí mismo!

Cierto que a primera vista, aquello que estamos dejando para después pueda parecernos desde lo consciente una tarea aburrida, repetitiva, que no nos gusta, que no tiene que ver con nuestra vocación pero también podría esconder sentimientos menos gratos y más profundos como la inseguridad, digamos por ejemplo al entregar un deber escolar o una asignación de un superior y enfrentar de antemano el supuesto juicio y evaluación de nuestro desempeño puede conllevar angustia.

Angustia que probablemente está apuntalada en un momento anterior de nuestras vidas donde almacenamos un hecho que al menos a nosotros nos pareció traumático y que tuvo que ver con nuestra manera de ser, reaccionar o desempeñarnos.

Como si hubiéramos internalizado esa circunstancia a modo de un severo juez que vamos ahí llevando en la cabeza y que siempre estará para encontrarnos culpables antes de presentar pruebas.

Es como si quisiéramos evadir ese juicio prorrogando el momento de enfrentarlo.

Aquello que parece entonces una salida solamente alarga el tiempo de tortura ante la condena que de todos modos se va a cumplir.

¿Notan que ya sueno demasiado sentenciosa?

Es que así es el círculo vicioso de supuesto placer que nos da desafiar ese juez interno dejando de lado nuestras obligaciones.

Salir de este círculo vicioso no es tan simple como puede deducirse. Por eso los invito a hacer cuando menos un acto de observación, sin juicio y con empatía de nosotros mismos, y por ahí con un poquito de responsabilidad y ganas de vivir en paz, hacernos de ayuda profesional.

Procastinar puede también servirnos para evadir tanto nuestro presente como nuestro futuro anclados en el pasado.

Un primer y gran paso sería aceptar que se trata en buena parte de cosas que tienen que ver con las emociones más que con la inteligencia o con ser productivo.

Tiene que ver con cómo manejamos esas emociones, nuestra tendencia al auto enjuiciamiento, que estamos cruzados por estar insertos en una sociedad por el deseo de otros, que tenemos problemas para gestionar nuestro trato con la autoridad o bien una combinación de las anteriores.

Ahora bien, no estoy tratando de decir que como ya entendimos de que se trata eso de jar las cosas para el último hay que hacerlo,

La invitación es para hacer ese ejercicio de auto reconocimiento de subjetividad y factores que lo provocan para después hacernos responsables de nuestras producciones y enfrentar nuestros monstruos que bien utilizados, hasta podrían sernos útiles.

Hasta pronto, Soy Monica Chong, Psicoanalista.