Que es el Síndrome de Estocolmo

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Foto Centro ce psicologia Canvis

Creo que todos en alguna plática o en alguna película hemos escuchado sobre ciertos síndromes psicológicos que aquejan a algún conocido o a algún personaje.

Hoy me gustaría proponerles conocer algunos de ellos a través de ésta y las siguientes colaboraciones para comentar sus características y manifestaciones.

Antes de entrar a nombrarlos me gustaría definir qué es un síndrome.

Para no complicarnos mucho, se trata de un conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad o de un cuadro patológico determinado provocado, por la concurrencia de más de una enfermedad.

Ahora encuadremos esto en el ámbito de lo psicológico, es decir lo relacionado con las emociones, afectos y sentimientos, así como la manera en que se expresan. Es importante hacer mención que estos síndromes no están incluidos en el DSM V que es el manual de diagnóstico psiquiátrico en su más reciente versión, se consideran síndromes psicológicos temporales, y cae dentro de  la categoría de efecto postraumático

Entre los más conocidos están:

  • Síndrome de Estocolmo
  • De Peter Pan y Wendy
  • De Burnout
  • Del impostor
  • Del corazón roto
  • De la felicidad aplazada
  • De Otelo
  • Del nido vacío
  • De la alienación paternal
  • De la silla vacía

Hoy comenzaré con uno de los síndromes más conocidos y es el Síndrome de Estocólmo

Este término se utilizó por primera vez en  Suecia en 1973 y describe un fenómeno de paradoja porque se presenta un vínculo afectivo entre un rehén y su captor. Algunos autores lo cuestionan mientras otros creen que es más general de lo que se piensa.

Yo creo que inclusive en la violencia doméstica o de pareja, por cuestiones de costumbres o aprendizaje se da mucho el permitir la perpetuación de un vínculo nocivo que pudiera tal vez empatar con lo propuesto por Sigmund Freud en su escrito más allá del principio del placer, donde sugiere que la preponderancia a la pulsión de muerte lleva al goce de lo doloroso y a la repetición de un conflicto.

Según la corriente psicoanalítica este síndrome se presenta como resultado de un mecanismo de defensa del secuestrado o sometido a violencia: ante la imposibilidad de defenderse de la agresión y ante el estrés que provoca la situación de emergencia, de desconocimiento y emocional; la víctima tiende a identificarse con el agresor y así, defensivamente, justificar su comportamiento, al tiempo que crea un vínculo de simpatía y agrado, y en algunos casos se cree que es amor, porque parece que en esta situación es percibido como más fácil, recordemos el carácter defensivo, que enfrentarse a una situación incontrolable y carente de sentido para el agredido.

Ante una situación de cautiverio y de fantasía inconsciente defensiva, la víctima suele entender la ausencia de violencia o las concesiones del raptor como actos de humanidad, elevando el sentimiento de falsa idealización del captor, lo que puede llevarle a mostrar miedo o enojo por rescatadores o autoridades a quienes considera ajenas al vínculo defensivo que estableció psíquicamente para “entender” lo que está viviendo.

Del mismo modo, en muchas ocasiones el propio agresor desarrolla sentimientos positivos hacia su rehén. Esto se explicaría porque ambas partes buscan salir ilesas de la situación creada, por lo que se produce cierta cooperación entre ellos para lograrlo. También, del lado del raptor o agresor, éste puede optar por presentarse como benefactor ante su rehén para evitar una escalada de violencia, lo que puede derivar en agradecimiento por parte de la víctima.

Esto me hace pensar que no solo en un acto de privación ilegal de la libertad o secuestro puede presentarse el cuadro que acabo de presentar, por cuestiones de mi práctica psicoanalítica, podría equipararlo a una relación emocional voluntaria donde una persona violenta, en cualquier sentido, desde física hasta psicológicamente, tiene como rehén emocional a su pareja y ésta comienza de manera involuntaria o inconsciente a aceptar esta dinámica dándose como resultado la constante violencia.

Recuerdo que cuando era niña solía hacerse burla con esta frase “Ya no me pegas porque ya no me quieres”, ahora la veo en retrospectiva y aunque ilustra este síndrome me espanta cómo estaba normalizada la violencia en las relaciones.

En cuanto a los síntomas que suelen presentarse en el síndrome de Estocolmo, están:

Sentimientos benevolentes. La víctima parece comprender y adquiere lazos afectivos con su secuestrador. El instinto de supervivencia puede hacerle creer que esta cercanía con el agresor con el  tiempo y la convivencia, provocaría su empatía y no la agrederá.

Justifica al secuestrador. La persona empatiza con su secuestrador y llega a apoyar la causa del secuestro.

La víctima puede seguir teniendo sentimientos positivos hacia su agresor, incluso después de la liberación.

El Síndrome de Estocolmo debe atenderse con terapia, paciencia, comprensión, apoyo y medicación en caso necesario porque algunas personas pueden llegar a ser diagnosticadas con  un Trastorno de Estrés Postraumático.

Mónica Chong. Psicoanalista