Nuestra ropa y su impacto en el planeta

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A young woman is browsing through clothing at a street market

 

Hoy en día los individuos nos hemos estado cuestionando cada vez más y más nuestros hábitos de consumo, la forma en la que nos relacionamos unos con otros y el impacto que pueden llegar a tener nuestras decisiones. Es por esta razón que muchas personas han optado por reducir su consumo de carne o han optado por producir ciertos alimentos en su jardín. A pesar de que estos cambios en la dieta son muy positivos para disminuir nuestra huella de carbono ¿qué pasa con lo que consumimos para vestirnos?

La industria textil es la segunda más contaminante después de la petrolera. Según un reporte de Naciones Unidas, La producción textil es responsable del 20% de las aguas residuales globales y del 10% de las emisiones globales de carbono[1]. El impacto negativo que esta industria tiene no sólo se traduce en consecuencias ambientales, sino también en justicia social, dadas las condiciones de trabajo peligrosas, procesos inseguros y sustancias peligrosas, así como crueles abusos, esclavitud moderna y trabajo infantil[2].

La contaminación desenfrenada es causada por lo que conocemos como fast fashion, lo cual hace referencia al hábito de comprar y tirar, ropa desechable, fabricada de manera rápida y en grandes volúmenes. Hecha para usarse en promedio unas siete veces para que rápidamente sea desechada. Todo esto con la excusa de reducir costos a las empresas pero poniéndole un costo ambiental y social que ha ido en aumento. Podría decirse que esta tendencia de consumo viene, sobre todo, desde mitades del siglo XX. En este periodo se popularizó el prêt-à-porter, que literalmente significa «listo para llevar». Es entonces cuando se empezaron a producir prendas de manera masiva, repitiendo patrones en función de la demanda; a diferencia de cuando se mandaban a hacer prendas a la medida o se producían de manera local y más orgánica. Lo que esta revolución en la industria textil trajo fue la reducción de costos con el fin de que la ropa de moda fuera más rentable y más accesible[3].

A pesar de que hoy en día casi cualquier persona en el mundo podría tener la oportunidad de comprar una prenda de fast fashion. Lo que esta forma de producir y consumir no ha hecho más que incrementar las desigualdades. Claro, es más fácil que alguien compre cierta prenda de moda, pero no hay que dejar de lado que las personas con menos recursos terminan siendo los más afectados dada la contaminación de ríos en sus comunidades, agricultura basada en pesticidas tóxicos, y las condiciones laborales a las que son relegados dentro de maquiladoras textiles.

Por tanto, la supuesta democratización de la moda sólo ha beneficiado a algunos. De hecho quien más sale ganando no es el consumidor, sino la empresa que abarató su producción sin hacerse responsable de los daños colaterales. Tan sólo por mencionar algunos datos: para hacer un par de pantalones de mezclilla se necesitas 3,000 litros de agua, esto por toda el agua que se necesita en la producción de algodón, además de otros factores como el teñido y transporte. También es importante destacar la manera poco ética y responsable en la cual las empresas se deshacen de sus residuos, arrojándolos al río o al mar.

Es por todas estas razones que surge el slow fashion o moda sostenible, la cual aboga porque modifiquemos nuestros hábitos de consumo hacia unos más responsables y medioambiental y socialmente conscientes. Con el fin de revertir situaciones de injusticia en las industrias y en las actividades comerciales, es necesario que tanto los consumidores como las empresas cambien el enfoque.

Vector set of linear icons and badges related to slow fashion – ethical fabric, sustainable materials, fair trade – eco-friendly manufacturing and organic certified producing of garment and apparel

Por parte de nosotros, los consumidores, deberíamos empezar por comprar mejor y comprar menos. Antes de hacer una compra impulsiva es necesario detenernos y preguntar ¿lo necesito? ¿no tengo otras tres prendas iguales a esa en mi armario? Estas preguntas son una excelente herramienta para dar los primeros pasos. Después es necesario conocer lo que estamos comprando, lo que hay detrás de esa prenda. Muchas veces nos dejamos llevar por el disfraz de un bajo costo, sin embargo comprar menos pero de mejor calidad podría traer beneficios no sólo a tu bolsillo sino a todo lo que ya se mencionó al principio de este artículo (costos sociales y ambientales).

Es necesario empezar a buscar marcas locales, de pequeñas producciones o hechas de manera artesanal. Esto no sólo con el fin de disminuir la huella de carbono de producciones masivas sino para incentivar el comercio justo. En este nuevo enfoque se le está dando prioridad a la persona que produce la prenda antes que a la rentabilidad de la gran empresa.

Young beautiful women girlfriends at flea market looking for bags – Best friends sharing free time having fun and shopping during travel – Soft vintage marsala filtered look – Focus on smallest girl

Por otro lado está la opción de reutilizar y reciclar la ropa. De esta manera se aprovechan las telas y se le da vida una prenda nueva; este es un enfoque de economía circular. Gracias a esto no se tienen que extraer más recursos naturales o materia prima para la fabricación de textiles.

También podemos aventurarnos en el mundo de las tiendas de segunda mano y los intercambios de ropa. En México sigue siendo un tema tabú, sin embargo en varias partes del mundo esto ya es tendencia. Es una excelente opción para reinventar tu clóset a un bajo costo e incorporar prendas vintage originales y atemporales dando un toque de estilo a tu imagen. Los intercambios de ropa los puedes organizar entre tus amistades, familia o con tus vecinos y esto fomenta los lazos entre la comunidad.

Por último, la propuesta es regresar a lo que hacían nuestros abuelos, hay que alargar la vida de nuestra ropa. Es necesario darle valor a lo que compramos, podemos retomar habilidades perdidas de no hace tantas décadas, podemos aprender a arreglarnos nuestra propia ropa y, de esta manera, alargar la vida al repararla. Además, el toque de exclusividad que podemos dar a cada prenda al diseñarla personalmente hará que nadie más pueda llevar esa misma pieza: estará adaptada completamente a tu personalidad y estilo[4].

Mucho podemos hacer desde nuestra trinchera, sin embargo, no hay que quitar el dedo del renglón en exigir que las grandes marcas tienen la responsabilidad de modificar su industria. Algunas marcas como Gucci ya están haciendo cambios como lo son disminuir el frenético calendario de las semanas de moda y las temporadas. Dejando atrás «la tiranía de la velocidad», Gucci ahora sólo presentará sus colecciones dos veces al año.

También cabe destacar que varias empresas se están uniendo para generar un cambio junto con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Con la Carta de Kerenzerberg se desarrollaron once principios rectores que abordan temas sociales, ambientales y económicos. Todo esto con el fin de  asumir la responsabilidad de proteger el medio ambiente y el bienestar de todos los trabajadores en las cadenas de producción[5].

Todas estas son algunas de las opciones que tenemos los consumidores y que tienen las empresas para poder contribuir al cambio y mejorar las condiciones de vida de todos los que habitamos este planeta. Y tú, ¿serás parte del cambio?

Ximena Bailón Rodríguez, estudiante de relaciones internacionales.

Fuentes:

[1] Redacción Forbes, «La moda es una de las industrias más contaminantes: ONU», Forbes, 26 de junio del 2019, acceso del 31 de mayo del 2020, https://www.forbes.com.mx/la-moda-es-una-de-las-industrias-mas-contaminantes-onu/.

[2] Javier Ferrero, «La contaminación de la industria textil», Contrainformación, 24 de julio del 2018, acceso del 31 de mayo del 2020, https://contrainformacion.es/la-contaminacion-de-la-industria-textil/.

[3] «De cómo el prêt-à-porter cambió el rumbo de la industria de la moda», Escuela Europea de Versaille, acceso el 31 de mayo del 2020, https://escuelaversailles.com/pret-a-porter/.

 

[4] «Moda Ecológica: slow fashion vs fast fashion», OXFAM Intermón, acceso el 31 de mayo del 2020, https://blog.oxfamintermon.org/moda-ecologica-slow-fashion-fast-fashion/#Fast_fashion_una_prenda_7_usos.

[5] Redacción Forbes, «La moda es una de las industrias más contaminantes: ONU»