Yo El Ombligo del Mundo

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Me gustaría comenzar este tema citando al poeta y dramaturgo Jean Cocteau: “Un egoísta es aquel que se empeña en hablar de sí mismo, cuando tú te mueres de ganas de hablarle de ti”

Nos ha tocado vivir en una época donde se atiende más al “selfie” que al self, es decir que le damos una importancia superlativa a la imagen, más que a la persona,

Por decir algo: antes una obra de arte como la Mona Lisa era apreciada por sí misma, en la contemplación de la belleza, de la creación del artista; hoy en día, pareciera que lo importante no es eso sino, tomarnos una foto delante de ella,; como para demostrar nuestra importancia al haber estado allí.

Un egoísta suele ser una persona que quiere que el resto del mundo gire a su alrededor, pensando en sus propias necesidades y convirtiendo a sus relaciones mayormente en utilitarias, es decir, si me sirves para un fin , entonces vales para mí.

Este egoísmo sería eminentemente egocéntrico y se orienta a saciar el propio interés, sin tomar en cuenta las repercusiones de nuestros actos y sin la menor consideración hacia los demás, y por supuesto que genera conflictos y mucho sufrimiento.

Es como si nos hubiéramos empachado de nosotros mismos, y la indigestión nos impidiera empatizar con aquellos que nos rodean.

El ego resulta ser tan espaciosos que no deja lugar para que para que nadie más quepa.

El egoísmo egocéntrico se nutre de la peor parte de la persona, de sus frustraciones, carencias y miedos; y nos la pasamos librando esa batalla dentro de nosotros y proyectándola con quien quiera que interactuemos.

La cuestión es que lo que vamos sembrando a nuestro alrededor va dejando huellas de humillación, resentimiento y odio.

Nos vamos construyendo una personalidad victimista y reactiva, pues cuando no se cumple lo que comandamos nos sentimos excluidos o marginados, hasta traicionados y vamos por ahí culpando al que esté más cerca de nuestra desdichada vida.

La queja suele ser un elemento constante porque exigimos en nuestra pobre conciencia, que la vida sea como nosotros queremos, sin darnos cuenta de que es como es.

Aceptar la diversidad de las distintas personas que nos rodean es un buen paso para no caer en la trampa de creer que el mundo gira a mi alrededor.

Este comportamiento egocentrista nos convierte en unos auténticos tiranos, y siembra dentro de nosotros un vacío insaciable debido a la sensación de insatisfacción, por las cuales buscaremos diferentes opciones de evasión y narcotización.

De esa forma, evitamos abrir los ojos y darnos cuenta de que: hay un mundo ahí afuera de una variedad increíble, que nos enriquecería, si tan solo nos diéramos la oportunidad de ser más altruistas, más generosos, y de reconocer, en un principio, que los egoístas no son los demás, sino mi estrecha visión de la vida, y que contactar con mi esencia, con mi auténtico yo, será una inversión para tener una vida creativa, útil y con sentido.

Ana Arjona Psicóloga, Tanatóloga e Hipnoterapeuta Clínica.

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