Dios nos Quiere Prósperos

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Si de algo estoy segura, es que Dios no nos mandó a este mundo a sufrir, creo que Él nos hizo a su imagen y semejanza;  así que no me imagino a Dios siendo un viejo pobre, lleno de preocupaciones, enfermo y solitario; por lo tanto, estoy peleada con la idea de que ese sea nuestro destino. 

Si coincidimos en que El Universo y todo lo que hay en él es Su creación, tenemos también que estar de acuerdo en que la esencia del mismo es de abundancia: galaxias, billones de estrellas, una cantidad infinita de planetas, satélites, asteroides. En nuestro hogar, en el planeta Tierra: una explosión  vibrante de energía, un sinnúmero de manifestaciones de vida, ríos, mares, bosques, fauna y en el hombre, la gran diversidad de razas, de credo, de estilos. 

El Universo es el reflejo del pensamiento de Dios, proclama abundancia, riqueza inagotable, si nosotros los seres humanos somos parte de la misma creación, somos, por ende, igualmente prósperos; esto quiere decir que todos tenemos la capacidad de generar y vivir en la misma abundancia con la que fuimos pensados. 

Considerando esta premisa de vida, te invito a dejar atrás ideas aprendidas de generaciones pasadas que nos enseñaron que para merecer hay que sufrir; dejemos atrás expresiones que nos adentran aún más en un mundo del que queremos salir, como: “su humilde casa”, “aquí pobremente” y otras parecidas. 

Cuando te elogien, agradece en vez de argumentar o minimizarte, recibe  los regalos con gusto,  porque quién te los dio pensó que los mereces,  abre tu ser a la abundancia; recuerda que tú puedes tener todo porque vienes del todo. Aleja la arrogancia,  recibe con gratitud y da con gusto.