Estas fiestas decembrinas son un momento importante del año para muchas familias y muchas personas en lo individual, les representa un cierre, un nuevo ciclo, reflexión, unión y alegría.
Algunas veces el panorama no es igual para todos. Hay quienes experimentan soledad, nostalgia, duelo, tristeza, desesperanza e inclusive depresión.
Los escenarios son múltiples:
Recordar a un ser querido que está lejos o ha fallecido, afrontar la pandemia, pérdidas de trabajo, mudanzas, pérdidas de bienes materiales, en fin, las razones son tan únicas válidas e importantes como individuos existen.
En un país mayoritariamente católico como es el nuestro significan momentos de espiritualidad pero también se ve cargado de remordimientos. Aquí es donde invito a todos a que sin importar las creencias, recordemos que la esencia del ser humano radica dentro de sí mismo y que estamos compuestos por todo lo que nos rodea y lo que nos ha sido instruido por nuestros cuidadores.
Por ello a veces nos viene un sabor agridulce con la navidad y año nuevo, porque si consideramos que el inconsciente es atemporal, se remueve mucho de lo deseado, lo traumático, lo gozado; y da añoranza o incertidumbre.
En la práctica psicoanalítica se ha visto en algunos pacientes la necesidad del contacto con su terapeuta si es que éste se ausenta durante las vacaciones, pareciera que hay un desplazamiento hacia un cuidado de la figura materno-paterna lo que se demanda, porque el analista ha actuado como cuidador, confidente, no juzgador y acompañante en la construcción de la personalidad y la elaboración de conflictos, por ejemplo.
Y si seguimos este orden de ideas, veremos que el analista está siendo parte fundamental de la nueva “crianza” aunque sea el paciente quien determine y defina en su alta quién es, confía en su “cuidador”.
Otro aspecto de las vacaciones de navidad es que podrían significar conflictos personales y familiares al reunirse. Donde afloran los reproches por ausencias o supuestos agravios, pero recordemos que todo tiene que ver con la percepción subjetiva de los individuos, ¡digo esto por si sirve de tip para generar tolerancia y respeto! Porque pueden ser una fuente de conflictos personales y familiares para muchas familias.
Si habitualmente experimenta tensión en otras áreas de su vida, la temporada navideña puede ser un factor añadido que puede aumentar su ansiedad. Sin embargo, también pueden ser una oportunidad para mejorar las relaciones, y con ello, afianzar lazos de sangre y amistad. Para rememorar y reír o llorar juntos, eso es importante para la salud emocional.
Durante esta época pueden suscitarse conflictos como:
Tensiones en la pareja.
Rivalidades familiares
Percepción del final de un año que provoque la reflexión de la finitud, inclusive del ciclo de vida y pudiera conllevar depresión o ansiedad.
Yo propongo que para pasarla lo mejor que se pueda, abandonemos cualquier expectativa, porque nada ni nadie hará ni dirá lo que esperamos, sino lo que esté en ellos, desde su propia subjetividad.
Dejar de lado lo comercial de la época y emocionarnos con detalles personales y no provocar un desequilibrio económico que conlleve a una preocupación posterior. Porque nada compra el amor, ese es gratis y no se puede fingir.
En algunos casos es la oportunidad perfecta para darnos tiempo para nosotros mismos. De buscar a algunos amigos o allegados.
Si a pesar de todo nos invade la ansiedad, la nostalgia incontenible, la tristeza, la depresión; no olvidemos que siempre habrá algún profesional de la salud mental para ayudarnos con ello.
Por lo pronto, propongo un brindis por nuestra psique, por nuestra alma, por nuestro cerebro, por nuestra vida, por nuestra fortuna de estar vivos.
Propongo que nos reunamos con nosotros mismos y nos demos lo mejor para irradiarlo a los que amamos.
Cerrar ciclos me parece una expresión muy fuerte y terminante, propongo hagamos una especie de espiral donde el aprendizaje de lo anterior nos provoque generar causas que nos traigan nuevas y mejores consecuencias, tomando responsabilidad y apreciando lo que sí hay:. Vida, experiencia, amor y que este espiral sea infinito y puesto en la pulsión de vida.
¡Felices fiestas!, nos vemos en Facebook, Monica Chong psicoanalista