Cuando sigues una dieta restrictiva también parece restringir tu vida y te limita el poder disfrutar, te limita el placer de comer en algunos lugares, con ciertas personas y hasta en ciertas horas.
Se activa el ‘modo juez’ ese que vigila, premia o castiga. Esa voz que quiere seguir los consejos leídos o escuchados de otros pero que nada tiene que ver con tu cuerpo y tu bienestar.
La #restricción ya sea física, mental o emocional trae ansiedad y preocupación, lo que incrementa las “ganas de más” para algunos de nosotros, quienes comemos por #HambreEmocional, será “más comida”.
Llegará en forma de #atracón o a escondidas: solo un pedacito, que nadie me vea, uno y ya, más tarde otro… y así terminamos comiendo todo aquello que estaba prohibido.
Contar #calorías le quita lo rico y #saludable a toda la #comida volviéndose una suma de números, se vuelve una carga grande entre juegos matemáticos suma, resta y divisiones. Volviéndose un gasto inútil de energía y un juego en el que seguramente, más pronto que tarde terminaremos perdiendo.










